Por cada muerto, un lapacho
Por cada muerto, un lapacho Por cada muerto, un lapacho. Por cada corazón apagado, una nueva vida. Por cada cuerpo triste, un antídoto de flores. “No hay agua” dice la gente. Miren la lluvia de flores, digo yo. Avenidas pintadas en un planeta oscurecido. Esperanzas que brotan en tierras calcinadas. Pizcas de amnesia caen sobre cuerpos transitando bajos las arbóreas: en cabezas agachadas que ya no sueñan, en almas que divagan rutinariamente y sin vida. Melodías que florecen brotan de pájaros que acallan gritos desaforados con silbidos que alegran corazones deshojados. Suspiros en un cielo ennegrecido. Ya son muchos cuerpos cubiertos que no volverán. Se cree que las lágrimas jamás dejaran de cesar, pero nacerán semillas que lo recordarán. Colorearan las vidas que fueron apagadas, y dará refugio a los que ya no creen en la azarosa vida. Incertidumbre que vuelve se aplaca en el aroma que tranquiliza las tristezas. Un día florecerá la alegría recordada, en memorias ...