La versión de un gato llamado Negro



Dicen que los gatos negros somos diabólicos o que damos “mala suerte”, y para serles sinceros, sí, soy un poco diabólico pero no así como se lo imaginan, quizás un tantito peor. Pero no quiero que se asusten y en verdad quiero contarles mi versión de la historia, para que no solamente crean las invenciones de las vecinas chismosas, que por cierto son muy creíbles, ya que cuando me ven se les disloca el rostro  y hacen unas reverencias raras con sus manos, faa! quién sabe qué clase de señales y después dicen que yo soy el pariente del diablillo. Y bueno aquí empieza la versión del Negro, que por cierto es mi nombre, ya verán que es un poco redundante a mi aspecto, pero admito el esfuerzo de mi dueña por no encontrar un nombre mejor:
La famosa desgracia o “mala suerte” ocurrió a finales de octubre. Yo a mi corta edad, era consciente de que no debía cruzar las calles o cazar bichitos por el barrio durante ese mes, ya que según cuentan las malas lenguas, octubre es el mes de los hechizos y otras guarangadas llamadas amarre. Científicamente  dicen que los animales no razonamos, pero al menos yo no creo en esas boludeces, y no entiendo cómo los humanos que tienen tanta inteligencia piensan que sacrificando a un gato negro podrán "amarrar" la felicidad en un mundo vanidoso, pidiendo a fuerzas externas que alguien los quiera porque no saben estar solos y su narcisismo quiere que alguien este atrás suyo como perro recién adoptado. UFF ¡qué patéticos!. Yo no  entiendo mucho de esas cosas, pero lo que si tengo claro es que soy un gato negro, amo a mi dueña y no me gusta andar todo el día atrás de ella y ni que ella me esté acosando todo el tiempo, me sofoca ¿es tan difícil de entender que todos los seres necesitamos espacio? No quiero juzgarlos, a fin de cuentas cada quién lucha por cómo sobrevivir en este extraño mundo, pero no acepto que hay que dañar a un ser inocente para buscar algo que no tiene sentido.
Tampoco entiendo por qué piensan que yo hago magia o que me comunico con seres ocultos, está bien… admito que sé algunos truquillos como meterme entre las piernas o esconderme y aparecerme en medio de la sala sin que sepan por dónde entre y de dónde salí,  y que a veces hago cosas extrañas como mirar hacia un punto fijo en plena madruga, pero solo estoy reflexionando o aprovechando el silencio para escuchar los hermosos sonidos de la noche y tal vez así cazar alguna baruleta y eso no implica mandar a los humanos a la vida eterna, aunque si pudiera hacerlo ya no estarían más las noticieras del barrio, quienes me espantan cuando les hago el favor de comer sus cucarachas, lagartijas y otros sabrosos insectos, hasta les espanto a sus víboras, pero menos a las que están pegadas a sus bocas.
En fin, todo el mes o casi todo, me la pasé encerrado adentro de la casa y  cada tanto en el patio de afuera, cuando mi dueña me lo permitía. Pareciera como si todo alrededor estuviese protegido con una especie de sal imaginaria para que las brujas no se acerquen y para que yo no me escape, eso lo había visto en una de esas pelis de terror que solía mirar con mi dueña. Este mes colocó esas películas casi todos los días, para recordarme que no salga de la casa y así no sufrir las consecuencias. Las tramas ya me las sabía de memoria, igual las miraba por las dudas, en caso de que algo me ocurriera. Admito que estar encerrado tiene sus cosas buenas, como las dobles raciones de balanceado, pero ya me aburría y  sé que  ella lo hacía porque se preocupaba por mí, aunque yo soñase con las mariposas del arbusto vecino. A veces me quedaba horas mirándolas y saltando desde mi patio, imaginando que las cazaba mientras me bababa todo como si estuviesen en mi boca. Además así no perdía la práctica, ya que me estaba quedando gordito por no entrenar. Miré el calendario que estaba pegado en la heladera, marcaba el 31 del 10. Solo faltaba un día, así que salí a observar a las mariposas. Justo y para mi mala suerte llegó una de color azul, nunca había visto una igual. Di unos pasos de manera sigilosa, luego retrocedí porque me acordé de mi dueña, pero ahí la veía, moviendo sus enormes y coloridas alas, llamándome, esta vez era yo el hipnotizado. Ya fue, solo falta un día y si no pasó nada durante el mes, no creo que pase algo hoy. Sí, era la perfecta excusa para mis travesuras. Fui sigilosamente hacia la azuleta, así la nombre, porque era parecida  a la baruleta, solo que ésta tenía color. En menos de un salto la sentí entre mis colmillos y la saboreé como si fuese la primera vez que comía un insecto.
Fue poca la magia, todo acabó cuando me di cuenta que había pasado el arbusto, mi salto fue tan alto que caí al otro lado. Y para que sepan, estaba en la casa de la vecina y no de cualquiera eh, era la casa que siempre estaba a oscuras, mi dueña decía que era una loca que envenenaba a los perros del barrio, no le gustaban los ruidos y por eso su casa estaba en silencio, nadie se animaba a acercarse. Por eso siempre me retaba cuando me veía cerca de sus arbustos. Ahora ya era tarde ¿ cómo volver? Primero pensé en maullar pero no quería levantar sospechas y que salga la vecina a atacarme con su machete como en las películas. Así que calculé la distancia y retrocedí lo más que pude para saltar, lo hice con todas mis fuerzas y ¿saben qué? Solo llegué hasta la mitad. Empezaba a creer que yo era el de la mala suerte. No entiendo ¿cómo hice para llegar hasta acá? ¿ Será que la mariposa tenía poderes? Puede que tal vez la vecina me lo haya enviado para poder atraparme, sí, una respuesta cuerda no se me hubiese ocurrido. Caminé alrededor observando todas las salidas posibles, y escuché desde el otro lado que mi dueña me estaba llamando “ Negro ya está la comida”. Sentí que se me revolvía la panza y maullé con todas mis fuerzas para que me escuche. Pero lo que pasó es que abrió la puerta la vecina y yo me quedé como muerto, tirado en el patio y con la lengua afuera, me acordé de esa técnica unos segundos  antes, cuando escuché cómo desllaveaba la puerta. Contuve la respiración, ella se acercó a mí, y cuando me quiso alzar  yo le metí unos colmillazos en su brazo y su grito fue tan fuerte que mi dueña llegó a la casa de la vecina, me retó y me mando a nuestra casa. Por otra parte, gracias a Bastet no llegué a mandar a la otra vida a  la vecina, tampoco  nos denunció porque mi jefa le contó todo sobre el mes de octubre y que yo solo me defendí. Y bueno esa es mi versión, no soy tan malo, solo hice lo que aprendí en las películas en caso de que una bruja me atrapara.

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