Destellos
Su vista comenzó a cegarse con los destellos del atardecer, el sol más que nunca, iluminaba todo a su alrededor, como si fuese la última vez que alumbraría la faz de la tierra. Unos minutos antes, había mirado su reloj, lo había sacado del bolsillo izquierdo de su campera negra. Ya no sabía si llamarlo reloj o lo que quedaba de el, había sido un regalo de su nieto por su cumpleaños número sesenta, pero debido a su torpeza y baja visión lo había maltratado. Pensó en él, quizás habrá cumplido los veintiún años, ansiaba verlo; sin embargo sus estudios lo tenían muy ocupado y ya casi no viajaba al pueblo – y si me subo al colectivo y lo caigo de sorpresa- esa idea rondaba una y otra vez en su cabeza, pero desconfiaba. Ya no tenía el mismo coraje que antes. Aquel anciano creía que si se iría muy lejos, tan solo sería para quedarse tirado por algún badén, perdido entre las peligrosas calles de la ciudad o pensaba que quizás sus frágiles piernas no aguantarían tanto tiempo se...